Amnistía Internacional alerta de que "fuerzas retrógradas" quieren endurecer la legislación
RÍO DE JANEIRO, 28 Sep. (Notimérica/EP) -
El aborto sigue siendo un tema tabú en Brasil y está prácticamente ausente del debate electoral; ninguno de los tres candidatos presidenciables propone reformar la ley que regula la interrupción del embarazo, a sabiendas de que en un país donde casi el 80 por ciento de la población se declara en contra de la legalización del aborto eso supondría una auténtica sangría de votos.
En Brasil, el aborto está considerado un crimen por el Código Penal de 1984, que establece penas de uno a cuatro años en caso de aborto con consentimiento de la mujer y de tres a diez años para quién lo ejecute sin su consentimiento. Sólo está permitido en tres casos: violación, riesgo de vida para la madre o anencefalia en el feto --ausencia total o parcial de cerebro--.
Hace unas semanas dos jóvenes murieron en el Estado de Río de Janeiro tras practicar abortos clandestinos. Elisângela Barbosa, de 32 años, y Jandira Magdalena dos Santos Cruz, de 27. El segundo caso fue especialmente trágico, pues la joven desapareció y días después su cuerpo fue encontrado carbonizado dentro de un coche. Los autores del crimen amputaron sus miembros para dificultar su identificación.
Tan sólo en el Estado de Río de Janeiro entre 2007 y 2011 un total de 334 mujeres fueron acusadas y procesadas por la policía por practicar abortos. Un número considerable, 54, eran adolescentes de entre 12 y 17 años. La mayoría pertenecen a familias de escasos recursos y de áreas periféricas, según un estudio de la socióloga e investigadora del Instituto de Estudios de la Religión (ISER), Carla de Castro Gomes.
En la mayoría de casos las sentencias de los jueces son leves, "pero las fases de criminalización son muy primitivas en sí, especialmente la fase policial y el examen del cuerpo del delito", según explicó Gomes en un reciente debate celebrado sobre el tema en Río de Janeiro. Además, resalta que en muchas ocasiones jueces, policías y asistentes sociales actúan como "inquisidores" de las adolescentes, culpándolas de conductas 'promiscuas' y alejadas de la moral.
UN MILLÓN DE ABORTOS CLANDESTINOS
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) a pesar de la prohibición y del riesgo para la vida de las madres, cada año se practican un millón de abortos clandestinos en Brasil. Cerca de 200.000 brasileñas mueren cada año por este motivo, según datos de la ONU de 2012. Por eso, organizaciones como Amnistía Internacional alertan de que es urgente revisar la actual normativa.
"El aborto en Brasil no debe ser tratado como un crimen, sino como una cuestión de salud pública", subraya el asesor de Derechos Humanos de la organización, Maurício Santoro, que advierte que el país puede seguir los pasos de El Salvador "si las fuerzas retrógradas de la política brasileña ganan las elecciones". En El Salvador el aborto está prohibido en todos los casos y las mujeres que lo practican se exponen a penas de hasta 40 años de cárcel.
La llamada de atención de Amnistía Internacional tiene escaso eco en la opinión pública. El 79 por ciento de los brasileños se declaran en contra de la legalización del aborto, según una reciente encuesta del Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística (IBOPE).
Pero la posición de Brasil no siempre fue tan conservadora. La coordinadora del Observatorio de Sexualidad y Política Sexuality Policy Watch (SPW), Sonia Correa, recuerda que en la época colonial la Iglesia no tenía una postura tan férrea como ahora y que el actual posicionamiento es, paradójicamente, una herencia de los liberalismos que dieron lugar a las independencias en América Latina.
PARTIDOS "REHENES" DE LA IGLESIA
"Brasil no ha avanzado nada desde la Constitución de 1988, y las fuerzas conservadoras luchan para que Brasil penalice el aborto como en El Salvador y en Nicaragua", critica. En su opinión, los partidos son "absolutamente rehenes" del creciente poder de la Iglesia en Brasil, especialmente la doctrina evangélica.
Los tres candidatos con opciones de ser elegidos presidente no tienen la legalización del aborto entre sus prioridades. La actual presidenta de Brasil y candidata a la reelección por el Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff, llegó a asegurar en 2007 que estaba a favor de la legalización, pero cambió rápidamente de idea tras ser proclamada candidata, presionada por los sectores conservadores de los partidos aliados.
Las profundas convicciones religiosas y está personalmente en contra del aborto, pero en alguna ocasión ha dicho que en caso de que se abriera el debate ella sería partidaria de un referéndum. El candidato del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), Aécio Neves, no quiere cambios en la legislación.
MÁS NOTICIAS...
Rousseff, Silva y Neves: el lado más personal de los candidatos