ASUNCIÓN, 1 Ago. (Notimérica) -
Considerada como la mayor catástrofe civil de la historia de Paraguay, el incendio en el supermercado Ycúa Bolaños, conocido popularmente como la Tragedia de Ycúa Bolaños, conmocionó a la sociedad, después de que 396 personas quedaran encerradas y perdieran la vida en el interior de un centro comercial.
Ahora, 12 años después de lo ocurrido, cientos de familiares siguen clamando justicia ante la impunidad del suceso, cuyos responsables se encuentran en libertad, después de que el proceso quedara interrumpido antes de su conclusión.
El 1 de agosto de 2004, alrededor de las 11:25 del mediodía (hora local) una serie de explosiones se sucedieron en el centro --en el supermercado, en el estacionamiento de vehículos y en la cocina-- provocando un gigantesco incendio que se propagó con rapidez por todo el recinto.
Según los informes policiales, en el momento en el que se produjo el incidente, los guardas de seguridad cerraron las puertas del recinto con el fin de que las personas no pudieran salir llevando consigo objetos sin pagar. Esta trágica decisión dejó un saldo de 396 muertos --la mitad de ellos menores--, así como más de 500 heridos, 56 de ellos con quemaduras de tercer grado.
Tal y como detallaron los supervivientes, el incendio en la cocina provocó un escape de gas y obligó a la gente a huir en estampida hacia las puertas. La situación era desoladora: el humo cubría toda la zona, además de produjo un apagón eléctrico que dejó el recinto sin luz.
Una vez que los compradores llegaron a las puertas de salida encontraron que estaban cerradas, según los agentes, bajo ordenes de los superiores, que temían que los clientes se pudieran llevar bienes del supermercado.
El bombero Juan C. Valiente fue el primero en llegar a la zona, sin embargo, cuando intento que no se cerraran las puertas, el guardia de seguridad disparó en dos ocasiones al aire para disuadirlo. Más tarde, nuevos grupos de bomberos, policías, militares y socorristas acudieron para realizar las primeras tareas de rescate.
Los bomberos tuvieron que hacerse paso entre cientos de cuerpos calcinados en el "infierno" que se había convertido el centro, tal y como destacó uno de los agentes que formó parte del operativo.
Aquellos que lograron sobrevivir lo hicieron gracias a que encontraron refugios en los baños o, incluso, en los refrigeradores, donde lograron evitar las llamas y el intenso calor. Uno de los supervivientes señaló que en el baño que se escondió pudo encontrar una ducha, que le ayudó frente al calor.
EL JUICIO
El dueño de la cadena Juan Pío Paiva, su hijo Víctor Daniel Paiva y al guardia Daniel Areco fueron los acusados de la catástrofe, en un juicio que culminó en el año 2006, cuando el tribunal les declaró culpables de homicidio culposo y les condenó a cinco años de prisión.
La decisión judicial desató una gran oleada de protestas en Asunción, ya que los querellantes y la fiscalía demandaban al menos 25 años de cárcel para cada uno de los acusados. El juicio quedó suspendido por el descontento de las víctimas, que no permitieron continuar al juez.
En el año 2007, se continuó el proceso, aunque la mayor parte de los detenidos quedaron en libertad en los años sucesivos. El propietario fue el último en ser liberado, en el año 2014, aunque su condena debía concluir en 2017.