CIUDAD DE MÉXICO, 28 Ene. (Notimérica) -
Aunque no de forma tradicional, México lleva diez años en guerra. Una guerra interna --las peores-- que se inició el 11 de diciembre de 2006 con una declaración ya derrotista por parte del expresidente mexicano, Felipe Calderón Hinojosa, quien, al declararse en guerra contra el narcotráfico de su país admitió que "restablecer la seguridad no será fácil ni rápido, tomará tiempo, costará mucho dinero, e incluso y por desgracia, vidas humanas". Acertó de pleno.
Poco más de diez años después de este incendiario discurso, la situación del narcotráfico en México no solo no ha mejorado, sino que no ha hecho más que empeorar, en parte debido a las acciones colaterales de una guerra que, si bien justa, ha olvidado que el fin no siempre justifica los medios.
La estrategia para combatir el crimen organizado que Calderón aplicó en el país fue la militarización, sin saber que el fuego no se apaga con más fuego. Las consecuencias de esta medida, que se materializó en la presencia en las calles de miles de militares sin una estrategia clara para luchar contra las bandas organizadas, fue una crisis violenta sin precedentes en el país.
Aunque al principio el Gobierno de Calderón consiguió hacer desaparecer los cárteles más pequeños, en la práctica esto solo supuso el fortalecimiento de los más poderosos, apoyados con los "retazos" de los que los militares consiguieron desarmar. La violencia en las calles se encrudeció sustancialmente con la presencia de Ejército, apoyados por escuadrillas paramilitares.
Dentro del propio Ejército la situación fue insostenible. No contaban con la preparación necesaria para ese tipo de ataques, que se desarrollaban en las calles, no en un campo de batalla, y con los años muchos de ellos desertaron. Datos de la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) apuntan a que de 2006 a 2016 un 20 por ciento de militares abandonaron el Ejército, unos 45.000 soldados. Por otro lado, varios altos mandos militares se encontraban sobornados por el narcotráfico.
Aunque el presidente Enrique Peña Nieto suavizó las beligerantes medidas de su antecesor en el cargo, la situación no ha cambiado sustancialmente. La lucha contra el narcotráfico continúa por la vía militar y no se aprecia ninguna mejoría en la situación mexicana. Las consecuencias directas de una década de guerra inútil las está pagando directamente la sociedad civil.
LAS CAUSAS
No es fácil explicar la proliferación de cárteles de la droga en México, pues muchas de las causas son estructurales. Una de las principales es que México es un país de paso entre América del Sur y Estados Unidos, conectando productor con consumidor.
Por otro lado, existen muchas causas sociales, básicamente englobadas en la pobreza y la deficiencia educativa. La posibilidad de ganar dinero fácil ha empujado a toda una generación pobre a unirse a estas organizaciones criminales, ante un Gobierno incapaz de garantizar empleo y seguridad económica a sus ciudadanos. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el segundo país miembro con más disparidad económica entre ricos y pobres.
El analfabetismo también tiene su parte de responsabilidad. El sistema educativo mexicano es tremendamente ineficaz y no solo cuenta con una inmensa tasa de fracaso y abandono escolar, sino que un importante porcentaje de la población adulta no ha estado nunca escolarizada.
LOS DATOS
Diez años después de su inicio, está guerra ha producido 150.000 muertos, 27.000 desaparecidos y 35.000 desplazados, según datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Son muchas las cifras que demuestran que la guerra contra el narcotráfico no ha conseguido reducir la violencia en México, sino que la ha aumentado. Los daños colaterales de la violencia en las calles y el coste para la población civil ha sido inmenso.
Aunque siempre es difícil dar datos realmente representativos sobre un conflicto largo, complejo y aún en vigor, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) desvela que, durante el Gobierno y las políticas estrictamente militares de Calderón, los homicidios dolorosos --aquellos en los que el homicida busca intencionadamente la muerte de la víctima-- aumentaron exponencialmente.
El 2006 esta cifra se situaba en los 11.806 homicidios al año. Alcanzaron su máximo en 2011, con 22.852 homicidios durante ese año en México. En 2016 (teniendo en cuenta hasta el mes de octubre), han vuelto a repuntar desde el descenso de 2013 y 2014: el pasado año hubo más de 17.000 homicidios con dolo en México.
La guerra contra el narcotráfico no solo intensificó la violencia de las mafias, sino que también existieron innumerables abusos de poder por parte de las fuerzas armadas. En este sentido, frente a las 330 denuncias de tortura ante la CNDH presentadas en 2006, en 2012 se alcanzaron las 1.639 denuncias. En seis años, las denuncias a esta alta instancia por tortura se multiplicaron por cinco.
Los datos de desaparecidos en México también son muy significativos. En 2006, año en que se inició la guerra contra el narcotráfico, se denunciaron 85 desapariciones al año. Al iniciar las políticas de Calderón, y con el continuismo de Peña Nieto, las cifras se han disparado. En 2011 se denunciaron 4.113 desapariciones, cifra que se mantuvo por encima de los 3.300 hasta la actualidad. En 10 años --de 2006 a 2016-- las desapariciones se han multiplicado por 38.
En todo este aumento de la violencia en México, el Gobierno tiene su parte de culpa y, como mano ejecutora, también el Ejército. Un buen dato de lo "laxa" que era la ley ante determinados casos lo encontramos en las cifras de ejecuciones extrajudiciales.
Como tal, de 2006 a 2016 la CNDH solo tiene registradas 14 denuncias por ejecuciones extrajudiciales, según ha publicado 'Vice News'. La trampa está en el nombre, porque al ampliar la búsqueda se observa que hay un total de 295 denuncias en este periodo por "privación de la vida" por parte de un cuerpo de seguridad. En total, 309 denuncias.
Las estadísticas que inculpan directamente al Gobierno de saltarse la ley es necesario tomarlas con cautela, es prácticamente imposible que una ejecución extrajudicial se denuncie, sea probada y alguien pague por ella. Aún así, este organismo desvela que, si bien en 2006 hubo 13 denuncias por este motivo, en los años más cruentos de los guerra --de 2010 a 2014-- se alcanzaron las 51 denuncias al año.
Otras prácticas criminales como la extorsión, el lavado de dinero, el secuestro, el trafico de personas o de armas también se han incrementado desde el inicio de la lucha contra el tráfico de drogas.
Tras diez años de conflicto, el narcotráfico sigue operando en México, un país que cuenta con fuertes cárteles de la droga. El resultado de decisiones equivocadas y prácticas erróneas ha puesto de manifiesto un Gobierno incapaz de mantener el orden interno y hacer cumplir la ley.
Este conflicto ha sumido a un país entero en una guerra eterna, la cual no apunta ningún indicio de terminar pronto, y que no ha conseguido más que deteriorar la calidad de vida de una población hastiada.