SANTIAGO DE CHILE, 2 Jun. (Notimérica) -
Se habla de "ola", una ola que, si bien aún no ha conseguido inundar el país, lo ha mojado todo. El feminismo ha resurgido en Chile en institutos y universidades, una marea de jóvenes que ya no pide, exige, una igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres.
Durante las últimas semanas el feminismo chileno ha tomado un nuevo impulso y ha salido a las calles. Las reivindicaciones son simples: una educación no sexista, mayor atención por parte del Estado a las denuncias por acoso y violencia de género y el fin de estas dos lacras.
La ola feminista chilena comenzó el 17 de abril con la ocupación de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Austral (Uach) y un detonante claro: la lenta respuesta de las autoridades ante las diferentes denuncias contra docentes por abusos sexuales. Esta fue la primera ocupación, pero no la única.
Cientos de mujeres han tomado centros educativos, no han permitido el acceso a sus instalaciones y, en el interior, han desarrollado actividades de protesta y reflexión sobre la cuestión de género, creando espacios horizontales de reflexión. Estudiantes de unas 15 universidades se han sumado a esta iniciativa y han tomado sus universidades.
Pero no solo las implicadas apoyan esta iniciativa. El 71 por ciento de la población chilena apoya estas movilizaciones y considera que su país es machista, tal y como ha publicado la última encuesta llevada a cabo por 'Cadem'.
El hartazgo de estas mujeres chilenas, sin embargo, no solo proviene de las acusaciones de abusos sexuales a académicos. Desde 2016 con el sonado caso de la joven empalada en Argentina y la contundente y multitudinaria respuesta del colectivo feminista 'Ni unas menos', hasta el descubrimiento de casos de abusos sexuales en el mundo del cine, con campañas internacionales como '#MeToo', pasando por el la sentencia de 'La manada' española o la lucha por el aborto mediante supuestos, han sido los factores que han contribuido a que el miedo de las mujeres chilenas se convirtiese en movilización.
La antropóloga y feminista chilena Sonia Montecino ha explicado el por qué del estallido de este movimiento entre la gente más joven, argumentando que "en muchas de estas universidades paralizadas o en tomas se formaron centros y programas de estudio de género desde la vuelta de la democracia en Chile, y estas alumnas han recibido esa formación, lo que se traduce en una conciencia mayor respecto a los abusos y a tener una mirada crítica frente a la vida social y la posición de la mujer. Son las estudiantes quienes le dan una característica esencial a este movimiento actual", tal y como ha publicado 'El Mostrador'.
LAS PETICIONES
Son pocas las peticiones de esta nueva ola feminista, pero de un calado inmenso: una educación no sexista y seguridad en los centros de estudio, igualdad real en todos los ámbitos de la sociedad, mayor atención a las denuncias de acoso y violencia de género y aplicación real de los derechos y garantías de la mujer.
De entre estas exigencias, sobresale la educación no sexista, una meta que, a medio plazo, lograría dar solución al resto de peticiones. Un sistema educativo "público, laico y no sexista" ha sido una de las reivindicaciones que más alto han sonado entre las movilizaciones de estudiantes chilenos desde hace años, tema que ha tomado especial relevancia desde 2011.
El cambio comenzó con la revisión de los currículums académicos en los que se perpetuaban roles de género desde la infancia, acercando a la mujer a tareas como los cuidados y alejándolas de la ciencia, por ejemplo. "Estaba absolutamente naturalizada la concepción androcéntrica de lo que llamamos mundo, realidad. La educación, tan valorada en nuestro país, transmite sin filtros ni cuestionamientos la supremacía masculina y la subvaloración de las mujeres", ha explicado la miembro de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres y experta en educación sexista Sandra Palestro, tal y como ha descrito 'El Salto'.
Pero no solo se han releído los currículums. La ola feminista chilena también ha forzado la revisión del lenguaje que se utiliza en las universidades, el rol que cumplen las mujeres en los centros educativos, los derechos de las personas trans y la eliminación de todo tipo de estereotipos asociados al género, así como el comportamiento diferenciado de los docentes para con las estudiantes y los estudiantes.
En cuanto a la transformación de la universidad, se ha apuntado la necesidad de incluir la perspectiva de género en determinadas asignaturas, siempre acorde a las carreras, así como poner el foco en la composición de las directivas universitarias y los cargos con mayor relevancia.
Sin duda, la exigencia más alta es la del fin de la violencia física, psicológica, verbal y sexual contra las mujeres en los ámbitos académicos, una lacra que se ha extendido por las universidades del país e involucra a profesor y a autoridades académicas.
NUEVA OLA FEMINISTA
El fenómeno es imparable. La socióloga y coordinadora del Observatorio Género y Equidad, Teresa Valdés ha sostenido que esta movilización se constituye como una "tercera ola feminista". El objetivo principal, ha explicado Valdés es alertar de la violencia que sufre la mujer en los espacios privados "donde por el hecho de ser mujer estás expuesta a un montón de violencia y de acoso".
Por su parte, la historiadora María José Cumplido ha determinado que esta nueva ola feminista surge en contraposición a "la violencia tanto física y también la simbólica, que tiene que ver con toda la discriminación y las desigualdades que una vive desde el colegio".
Sobre su vertiente más orientada a la situación de la mujer en los centros educativos, la psicóloga Carolina Carrera ha opinado que "el movimiento cruza todas las universidades públicas y privadas, y eso marca algo importante porque lo visibiliza como transversal. El miedo a ser violadas, golpeadas y el miedo a caminar por la ciudad de noche sola es de todas".
"Todas nos sentimos identificadas con las manifestaciones de violencia que se condenan. Todas vivimos en esta sociedad estructuralmente patriarcal, por eso nos sentimos convocadas", ha sostenido por su parte la portavoz de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, Lorena Astudillo.
La importancia de la regeneración del movimiento feminista chileno es innegable, una marea feminista que podría extenderse a otros países de la región como parte del fenómeno "efecto contagio". "¡Este es un hito en la historia! No solo dentro del movimiento feminista", ha asegurado Palestro.
LA RESPUESTA DEL GOBIERNO
La Moneda no ha podido hace oídos sordos a un clamor de tal calibre. El presidente del país, Sebastián Piñera, ha aparecido en diferentes medios de comunicación asegurando que su Gobierno buscará la igualdad de género.
Dentro de sus propuestas destacan blindar la igualdad en derechos y obligaciones entre hombres y mujeres con una reforma constitucional, una ley que regule el acoso en las universidades, la promoción de una mayor participación femenina en las esferas del poder y una ley con la que se podrá sancionar la violencia de género dentro de la pareja.
Sobre la posición de Piñera hay opiniones para todos los gustos. La presidente de la Corporación Humanas, Carolina Carrera, dedicada a la justicia de género, ha asegurado que le parece que "los lineamientos presentados por el Gobierno responden a lo que cualquier presidente haría, mantener una postura y no guardar silencio, que es lo que más valoro porque implica hacerse cargo de algo que es transversal, sin embargo creo que la raíz del problema, que son las desigualdades de poder, aún no se toca".
Por su parte, y desde otra perspectiva, la dirigente estudiantil de la Universidad Católica, Andrea Cifuentes, ha afirmado que las medidas anunciadas por el Gobierno son insuficientes. "No estamos peleando solo por un reglamento, lo que anunció Piñera son cosas mínimas y despierta sospecha porque su sector político históricamente ha votado en contra de los proyectos de ley que apuntan a la igualdad. Creemos que eso es para que las mujeres se queden tranquilas y bajen el nivel de conflicto".
Atudillo coincide con Cifuentes, asegurando que "es de un oportunismo horrible, ninguna persona que va a anunciar una agenda de género dice 'nuestras mujeres'. Además, son las mismas personas que niegan el derecho al aborto, entorpeciendo el cumplimiento de la ley imperante en Chile, que permite interrumpir los embarazos en caso de riesgo de la madre, violación e inviabilidad fetal".
Palestro, sin embargo, aleja el foco de las autoridades y posiciona a las mujeres como actores principales del cambio, asegurando que "esto es tarea nuestra. Quizás lo primero, conocer y seguir construyendo nuestra historia, para afirmarnos en ella, y mostrar que no somos ni el estereotipo creado ni queremos ser iguales a los hombres. Queremos ser como somos, diferentes y diversas, sin límites de público y privado, protagonistas y autónomas. Necesitamos un piso firme para ir por más".
La nueva ola de feminismo chileno, un soplo de aire fresco para una región que cuenta con una de las cotas de feminicidios, acosos sexuales y agresiones más altos del mundo, supone un giro. Un 'click' en la mente de una generación que ha dejado a un lado la pasividad y ha tomado conciencia de la desigualdad que sufre la mujer. Y no solo conciencia, también las riendas del futuro, con un activismo reflexivo llamado a remover las mentes de aquellos que no consideran el feminismo movimiento transversal, inseparable de valores universisales como la justicia, la libertad y la igualdad.