CIUDAD DE MÉXICO, 4 Sep. (Notimérica) -
En 1967 se publicó en el Diario Oficial de la Federación del Gobierno de México el decreto presidencial por el cual se autorizaba la creación del metro de la capital, una ciudad que crecía deprisa y a la cual había que satisfacer su demanda de transporte.
No fue hasta dos años más tarde, el 4 de septiembre de 1969, cuando se inauguró el metro de la Ciudad de México entre las estaciones de Chapultepec y Zaragoza. El primer tren que realizó un trayecto era un tren francés decorado con unas franjas tricolores y el escudo nacional mexicano a sus costados.
El metro de la capital mexicana no estuvo exento de problemas de financiación, pues la idea de solucionar los conflictos viales de la población a través de este medio de transporte se inició con distintos proyectos a principios de los años 50.
Por aquel entonces, un grupo de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) presentó el proyecto de 'monorail' como tesis y la aprovecharon para presentarla al Departamento del Distrito Federal, pero fue rechazada. De la misma manera, el ingeniero mexicano Bernardo Quintana Aroja elaboró un estudio para la construcción de transporte masivo, pero esta también fue rechazada.
Tras varios años de estudios, proyectos y maquetas, el entonces presidente de México, Gustavo Díaz Ordaz, accedió a financiar el proyecto de Quintana a través de la mediación entre el Gobierno francés, de Charles de Gaulle --interesado en negociar con América Latina--, y el Gobierno mexicano.
De esta forma, México pagó la obra civil, los estudios de geotecnia y el diseño de estaciones, mientras que Francia contribuyó con la obra electromecánica. De ahí la razón de que el primer tren en circular por vías subterráneas en México fuese francés.
Desde su inauguración, en el metro de la Ciudad de México ha estado presente la cultura mexicana. Así, puede verse en las bases piramidales en honor al dios Ehécatl, la escultura de la diosa Coatlicue y los restos del mamut, rescatados del Instituto Nacional de Antropología de México.
Además, la estación Pino Suárez es conocida como la zona arqueológica más pequeña de México por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ya que en esta se encuentran las bases piramidales de Ehécatl.
Los trabajos de construcción de las líneas del sistema han dado como resultado más de 20.000 hallazgos de piezas y estructuras arqueológicas de diferentes épocas. De esta forma, el metro de Ciudad de México sirvió de oportunidad de obtener indicios humanos de periodos de la historia y los habitantes de la ciudad.
Uno de los descubrimientos más importantes fue el cráneo de 'El hombre del Metro Balderas', de más de 11.000 años de antigüedad y el cual fue hallado durante su construcción en perfecto estado y conservación.
VAMPIROS, RATAS Y OTRAS LEYENDAS
El metro de Ciudad de México es una red de vías, vagones, túneles y estaciones que desde su creación no solo esconde hallazgos arqueológicos, sino que alberga mitos, leyendas y curiosidades que se comentan entre los lugareños.
Una de las leyendas populares es la de 'La rata del Metro Merced'. Esta dice que entre las vías vive una rata gigante. Hay quien dice que la rata tiene el tamaño de un perro, incluso cuentan que la gente que vive en la Merced cuida al animal porque controla otras plagas.
'La estación secreta' es el nombre que recibe la estación de Transmisiones Militares, situada supuestamente después de la estación de Cuatro Caminos, y la cual sería usada por el ejército en casos de emergencia para llegar con rapidez al Zócalo.
Otros relatos describen a la secreta estación como 'La estación fantasma', una desde la cual se llevaría al presidente fuera de la Ciudad de México en caso de emergencia.
También, según la leyenda, un hombre se quedó dormido en el último tren de la línea 6, con dirección a Barranca del Muerto. Este despertó en completa oscuridad y sacó un mechero para buscar la salida del túnel, pero descubrió que al otro lado del vagón dos hombres estaban enfrentados, y que uno de ellos era un vampiro.